¡Toda una vida en la EDM con un gol que vale oro!

¡Toda una vida en la EDM con un gol que vale oro!

Cuenta la leyenda que Sergio García Ortega (02 de diciembre del año 2000), se apuntó al Moratalaz antes de su creación. No fue exactamente así, pero podría serlo en figurado. Apenas soltó el chupete y daba patadas al balón y ya estaba entrenando en el Urbis. A partir de ahí una trayectoria dilatada de trabajo y discreción en una evolución ejemplar y próspera de lo que debe ser un chico de cantera. En esta entrevista describimos al niño que marcó el gol de la victoria del primer equipo el pasado fin de semana frente al Colonia Moscardó, hoy ya mayor de edad. 

Tus padres lo tenían claro desde un principio. 

Fui yo muy pesado. Pasaba todos los días por el Lili Álvarez, que era de tierra y estaba al lado de casa. Yo solo quería jugar ahí y, de pequeñito, se lo repetía mil veces a mis padres. Conocíamos a José Carlos, que fue mi primer entrenador que incluso dudaba que yo, al ser tan pequeño, podría adaptarme a un grupo de chupetines. Probé y no se me dio mal. Competía, luchaba y corría, que es lo que se le pide a los más pequeños, y no me fue mal. Era el CD Moratalaz, pero de aquella época me acuerdo de algún torneo de exhibición situada en una parte del Lili Álvarez que ya no existe; y que coincidí con Álex Claverías y con Pablo Encabo, ahora en el Aficionado B, con los que fui progresando de la mano. 

En segundo año de alevines marcaste 11 goles y ahora eres defensa. 

En fútbol 7 jugaba por banda; pero me acuerdo de final de temporada de benjamines en un torneo en La Poveda donde hicimos un buen papel con canteras muy fuertes. Estaba con Hugo, ahora entrenador del Aficionados B. En un 2-3-1 me colocó de central y eso sirvió para que en el año siguiente se tuvieran en cuenta mis maneras defensivas. Ello unido a que era un jugador con fondo y que me gustaba correr, pues acabé en lateral que es donde ya desarrollé mi fútbol no solo en fútbol 7 sino también en el salto al fútbol 11. 

No solo jugabas de forma permanente sino que también aparecías en equipos de categoría superior a la tuya, tanto es así que en tu segundo año de juvenil donde llegaste a debutar con el primer equipo con 17 años, ¿lo recuerdas? 

Ya estaba Jorge Vallejo y ya estaban jugadores de la plantilla actual. Subimos cuatro o cinco futbolistas del Juvenil A que, aquella temporada, tenía un equipazo. Dani Cañón, que jugaba en la misma posición que yo, estaba tocado. Luego empezó él el encuentro y yo me quedé en el banquillo. Debuté mediada la segunda mitad. Fue frente al Parla en casa que era un equipo poderoso que logró subir de Preferente a Tercera y que aquella tarde nos acabó ganando.  

¿Cuáles son los entrenadores que más han influido en tu formación en la escuela?  

He tenido mucha suerte con los entrenadores porque con todos he aprendido cosas y con todos me lo he pasado muy bien, aunque si tuviera que escoger a uno por encima de todos sería Hugo. Estuve con él en dos etapas. Desde benjamín de primer año hasta alevín de primer año; y después desde segundo año de cadetes y los tres de juveniles, ya sea como primero o como integrante del cuerpo técnico. Son siete años que no he vivido con ningún otro. 

Y Sergio comienza a subir, tanto futbolísticamente como de categorías. En la temporada 2018/19 se asciende en juveniles de Autonómica a Nacional, y se consigue con un fenómeno que convulsiona mediáticamente el club: Víctor Valdés.  

Al final de la temporada anterior muchos jugadores decidieron marcharse porque las expectativas que teníamos eran muy buenas. A Álvaro, Pablo y a mí, que éramos los que llevábamos más tiempo y decidimos quedarnos, nos cogieron por banda, nos reunieron en el parque Z sin saber nada en pleno junio para informarnos que nos iba a entrenar Víctor Valdés. La sorpresa fue absoluta, no nos lo creíamos. Formamos un gran equipo, hicimos un fútbol muy sólido, logramos levantar la Copa de Campeones haciendo un juego muy vistoso. Éramos muy superiores a los demás y Víctor supo comprenderlo para sacar lo mejor de nosotros aquel año. Era muy exigente y conmigo en particular tuvo un trato muy bueno. 

Te conviertes en una máquina de ascender: Juveniles, Aficionado B y Aficionado A donde empiezas a jugar con cierta asiduidad. 

Hablé con Jorge (Vallejo) y cuando ya tuve edad senior, acordamos que para no perder ritmo y empezar con el Aficionado B, en un Primera Regional que, no es lo mismo que Tercera, pero siempre te daba una experiencia necesaria al salir de juveniles. Hay gente en estas categorías que se las sabe todas y la experiencia con el B me hizo madurar. Si me hubiese quedado en el A, habría disputado solo 8 partidos (que es lo que realmente jugué) y mi aprendizaje se hubiera estancado. (Cristian) Moyá formó un gran equipo con una gran base de juveniles, junto con algún fichaje y logramos desplegar buen fútbol. Ascenso atípico por ser la temporada Covid, pero ascendimos a Preferente que fue muy importante para el club.  

Estabas cerca del primer equipo…. 

Para aquel entonces, aunque contaba con ficha B, los entrenamientos los hacía con el primer equipo que era lógicamente el objetivo de cualquier chaval que empieza (volví a redebutar, esta vez fue con un 1-1 en el Vicente del Bosque contra el Unión Adarve). Ya estaba integrado en la dinámica del Aficionado A. Incluso si jugábamos por la mañana y yo era convocado con el Tercera y no tenía minutos; por la tarde sí que podía aparecer en los encuentros del Aficionado B. Gracias a este tipo de situaciones, para mí fue más fácil llegar al primer equipo. 

Momento COVID. Llevas toda tu vida jugando al fútbol y de repente, sin mediar lesión de por medio, dejas de hacerlo y te obligan a estar parado. 

Fue un periodo muy duro. No estás acostumbrados a estar medio año sin jugar partidos. Pero fue un tiempo en el que aprendes otras cosas. Reflexioné, me encontré conmigo mismo y pensé en mi futuro fuera del fútbol en relación a lo que quería estudiar. Le intenté sacar el lado bueno al parón y al confinamiento. Estuvimos en contacto con los compañeros en sesiones de zoom, dos veces a la semana, nos intentamos preparar físicamente y eso te servía para mantener la cultura de equipo, a ver las caras de los demás y hablar entre nosotros, que fue muy necesario ya que eso te daba ánimo. 

Y con la mascarilla puesta nos quedamos a un penalti del ascenso. 

Vuelvo a hablar con Jorge (Vallejo) y de nuevo acordamos tener ficha B. Aparte que ya el Moratalaz B está en Preferente que es una categoría más exigente que Primera Regional. Sin el ritmo de Tercera, la división es muy competitiva y sobre todo en Madrid. La dinámica es la misma al inicio del curso y fue a la altura de Navidad cuando se dieron una serie de casuísticas para que empiece a jugar de forma regular con el primer equipo. 

Fue una temporada extraña. Hubo otro parón motivado por Filomena. Pareció una campaña larga pero no fue así. No hubo tantos partidos. Mi consolidación en el Aficionado A vino acompañado por una rutina de miércoles – domingo que nos motivaba a todos porque parecía que estábamos jugando la Champions League cuando nosotros no estamos acostumbrados a eso. Te sentías como un profesional. Estábamos enchufados y ni te parabas a pensar.  Pero fue muy bonito porque dábamos pasitos pequeños en pos de cada objetivo. Primero estar arriba. Después íbamos a campos muy complicados y ser muy superiores. Luego había que estar en la fase de ascenso y lo conseguimos. El ambiente en casa en los partidos finales. Todo eso lo recuerdo con mucho cariño porque estabas compitiendo todo el rato por subir a Segunda RFEF. Imagínate. Perder la final contra el URJC Móstoles fue muy duro porque todas las ilusiones creadas se desvanecen, además teniendo confianza plena en que la eliminatoria se podía sacar pero el fútbol también cuenta con estas cosas.  

Cabe destacar que, para ser un jugador de zona defensiva, solo has sufrido una expulsión en 258 encuentros en las últimas diez temporadas (desde alevín de segundo año). ¿Eres el futbolista ejemplar? 

La estadística ha sido muy precisa porque justamente en el último partido de alevín de primer año sí que me expulsaron por doble amarilla, por un agarrón y por una mano. No soy un jugador que se vuelva loco pero voy fuerte al balón. Esta temporada por ejemplo estoy teniendo demasiada mala suerte con las amarillas. Ya sumo tres en tan solo seis partidos, en la última no era ni falta. Recuerdo perfectamente cuando me expulsaron, fue en el Juvenil A con Víctor Valdés frente al Ciudad de Getafe. Roja directa. Pero no era. Fue una amarilla clara pero no expulsión.  

Ya en el presente. Y al Aficionado A le gusta repetir el mismo patrón; comienzo irregular para coger vuelo. Muy necesarias las últimas victorias. 

Carabanchel y Colonia Moscardó eran partidos para adquirir confianza y así los afrontamos. Es verdad que los ganas por 0-1 pero las sensaciones son muy positivas. La Tercera RFEF es muy complicada. Ganar en La Mina que es un campo histórico donde el Carabanchel se hace fuerte y frente a un Colonia Moscardó que nos esperaba muy replegado para hacer daño, no es nada sencillo aunque lo parezca. Había que sumar seis puntos para subir en moral. 

Fue entonces cuando Sergio recupera el olfato goleador de alevines y marca un golazo que supone el 1-0 frente al Colonia Moscardó, el primero en categoría senior.  

Se me hizo de rogar (risas). Lo habíamos hablado al descanso. Teníamos que buscar situaciones de romper las espaldas de los defensas. De no quedarme estático. Veo en esa jugada que le llega el balón a Palacio y decido tirar el desmarque. Me pone un balón increíble y, cuando la veo que bota, sé que le voy a enganchar. Al empalarla sale por la escuadra, un golazo. Cuando entra, no me lo creía. Hacía mucho que no marcaba goles y eso que en juveniles me hinché (ocho o nueve tantos). Lo decía de broma con mis compañeros, que no se creían que yo antes tenía gol, ¿tú te crees? Ahora mira, muy contentos todos….. (silencio)….. No me lo esperaba de verdad (risas).