¡Toda la culpa fue del árbitro!
Carlos Cáceres, psicólogo de la EDM
Como si fuera norma social en cada campo municipal, y sobre todo en estadios de mayor aforo, se escuchan discrepancias en cada decisión arbitral, ya sea por una parte de la afición o por la otra, ya que como se puede suponer, en cada decisión hay un beneficiado, pero también un afectado.
También es común al seguir observando este tipo de gritos, insultos y dejadeces de lo más variadas, el escuchar cómo se justifican con frases muy similares a… “Si se lo tienen merecido”, “Si ya están acostumbrados” o “Más les tendríamos que decir”… ¿En serio?
Es un tema que da para debatir largo y tendido, pero vamos a centrarnos en los árbitros de fútbol base; esas personas que en un porcentaje elevado no llegan a la edad adulta y que en su gran mayoría no son profesionales, y se les exige más acierto que a un jugador de primerísimo nivel. Y es que cuando un profesional de élite yerra, digamos cuatro veces, y el resto son todo aciertos, ha hecho un partido PERFECTO. Mientras que si un árbitro amateur ha realizado cuatro errores, ha hecho un partido NEFASTO.
Es importante reflexionar sobre este tema, porque somos todos los que favorecemos a que sea un gremio tan castigado, tan duro y a la vez tan frustrante para la persona que lo practica. Por ello sería conveniente tener una serie de aspectos en cuenta antes de arremeterle improperios de todo tipo:
- Son PERSONAS, las cuales muchas veces están sus familiares y amigos observándoles y escuchando cómo a su ser querido le dicen todo tipo de salvajadas por una decisión en la que la trascendencia REAL es mínima.
- No se dedican al arbitraje, es una afición como lo puede ser cualquier otra afición deportiva.
- La dificultad del arbitraje es muy elevada. Han de estar decidiendo en intervalos de tiempo muy cortos, y sabiendo que los jugadores van a tratar de engañar, simular y exagerar.
- Ponen en juego una gran cantidad de variables psicológicas que, por no ser profesionales, no se trabajan. No pueden perder la concentración en ningún momento, han de gestionar la ansiedad de una mala decisión, han de gestionar las propias emociones y las de todos los jugadores del campo, sumando las del entrenador, han de controlar el estrés generado por el público, etc.
- Debido a las circunstancias en las que vive un árbitro a lo largo de una temporada, el porcentaje de personas que lo dejan en un primer o segundo año es muy elevado. Por ello, el obtener árbitros con experiencia se acaba convirtiendo en un reto.
- No hay maletines. La remuneración percibida en muchas ocasiones es simbólica.
Por ello, para una educación desde la base, sería recomendable ayudar a este gremio, el cual ya tiene suficientes dificultades dentro del campo como para generarles más desde fuera. Paso a citar algunas recomendaciones que no cuesta nada poner en práctica:
- A la hora de observar un error arbitral, no hay necesidad de gritárselo y humillarlo. En gran cantidad de ocasiones el árbitro ya es consciente de que se ha equivocado.
- Cuando se observa a un conocido que está dirigiéndose al árbitro de forma agresiva, se puede tratar de calmarlo y animarle a reflexionar. El reír sus comentarios hace que estos aumenten.
- Cuando vuestro hijo o jugador se queje de las decisiones arbitrales, hacerle comprender que él como deportista también ha cometido errores sin que haya consecuencias. Y en un deporte de formación todos cometen errores.
- Tratar de no fomentar valores de engaño, simulación o quejas excesivas. La nobleza y el respeto por el árbitro y el rival son pilares fundamentales en una formación integral.
- En ocasiones no pasa nada por felicitar al árbitro en alguna situación acertada. Favorece su confianza y puede ayudarle a no seguir pensando en errores cometidos anteriormente.
Entre todos podemos ayudar a que este sea un gremio que pueda crecer, que haya gente válida con motivación a seguir y hacerlo bien, y no con el miedo a que como se equivoque, le pueden estar esperando a la salida sin saber con qué consecuencias…