Reflexión en voz alta…

Reflexión en voz alta…

Padres/madres. Todos deseando disfrutar de un bonito partido de fútbol, esperando que nuestros hijos disfruten, compartiendo con ellos su ilusión y su deporte favorito. ¡¡Vamos!! Salen al campo ilusionados como siempre, dispuestos a darlo todo y a comerse el mundo. Cantan su grito de “guerra” y comienza el juego. Y allí estamos nosotros, los padres y madres en la grada, expectantes para ver qué tal se les da hoy. Todos sabemos que su alegría más grande sería meter goles y ganar. ¡Ojalá lo consigan!, pensamos.

Y esta sería la historia de la que todos deberíamos disfrutar. Pero, en décimas de segundo todo cambia y pasamos de ser padres ilusionados, a convertirnos en especialistas en la materia. Empezamos a juzgar, a ordenar, a gritar, a insultar, a despotricar contra el árbitro, a dar instrucciones a diestro y siniestro, a protestar y a creernos los expertos más expertos en el deporte del fútbol.

Si a los padres y madres que no participamos de esta forma de actuar, nos genera tensión vernos involucrados en esa situación, ¡no quiero ni pensar lo que supone para esos chavales estar escuchando continuamente esos gritos e insultos! No nos olvidemos que son ELLOS los que, en cada partido, salen a darlo todo, son ellos los que corren por el campo, son ellos los que se tienen que equivocar para aprender, son ellos los que tienen que asumir su responsabilidad, los que tienen que tomar decisiones en décimas de segundo, son ellos los que están sufriendo, los que se caen y se levantan, los que pelean por lograr su objetivo. Son ELLOS.

Si por un momento, solo por un momento, nos pusiéramos en lugar de ese chaval que está concentrado, mirando la mejor forma de sacar una falta o un córner o un penalti y lo único que oye desde las gradas son los gritos de unos y otros: “tira a puerta” … “no, no, así no”….. “a la derecha… a la izquierda”, “mira a fulanito… no…. a menganito…”, “paquete, que eres un paquete”….. etc. etc. Nos daríamos cuenta de que ese chaval, en un segundo, gira la cabeza hacia la grada y toda su estrategia, todo lo que él creía mejor, toda su confianza, se esfuma. Y ya no sabe qué hacer. Ya no sabe a quién hacer caso. Todo lo que ha aprendido, todo lo que su entrenador le ha enseñado, todo su criterio, toda su decisión ha quedado anulada por unas voces de unos “adultos” que, a veces, ni siquiera conoce.

Volvamos al papel de madres y padres, disfrutemos, apoyémosles y dejemos que sean ELLOS.