Madrid Once Moratalaz, el otro equipo de la Escuela

Madrid Once Moratalaz, el otro equipo de la Escuela

Ciegos y campeones

El único conjunto de invidentes de la Comunidad de Madrid que disputa el Campeonato Nacional de Liga, ejemplo de superación y entrega, luce el nombre de la Escuela y su escudo por toda España

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Alejandro Posilio

“Recibe el balón en el centro del campo, deja a un defensa atrás gracias a una espléndida ruleta, cruza el campo rival con el esférico controlado, supera a otro defensa con un rápido y hábil regate, se planta en el borde del área y con un certero disparo bate al guardameta por la escuadra derecha de la portería”. Esta fantástica jugada, que podría haber sido obra del mismísimo Zinedine Zidane en una final de la Liga de Campeones, fue protagonizada el pasado martes, 5 de noviembre, por Vicente Aguilar, un invidente residente en Moratalaz que forma parte del Madrid Once Moratalaz, único equipo de la Comunidad que juega en el Liga Nacional de fútbol para ciegos y de la que se ha proclamado campeón en varias ocasiones.

Este equipo de fútbol de la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE) luce orgulloso por todo el país el nombre y el escudo de la Escuela Deportiva Moratalaz, gracias a un acuerdo por el que la EDM nutre de ropa deportiva a los integrantes de este increíble conjunto, que participa en un campeonato integrado por ocho clubes de Málaga, Alicante, Tarragona, Cádiz, Sevilla, Murcia y Granada.  Y para más orgullo de este barrio madrileño, tres de los jugadores del plantel, Vicente Aguilar, Antonio Pereña e Ignacio Sánchez, residen actualmente en él.

Aunque el mérito de estos jugadores aficionados es enorme, apenas son conocidos popularmente, pues el deporte de discapacitados solo dispone de un pequeño hueco en los medios de comunicación cuando se disputan los Juegos Paralímpicos. A pesar de esto, su inmenso valor no pierde un ápice de grandeza, puesto que el grado de dificultad que tienen que superar para lograr el dominio del balón es infinitamente mayor al que realizan los admirados profesionales del  fútbol profesional (ver en el vídeo que acompaña este artículo). Este deporte se divide en dos categorías, B1, para ciegos totales o con muy poca visión, y B2, para invidentes parciales. El equipo de la Escuela participa en la primera de ellas, en la que los que ven algo están obligados a jugar con parches oculares y un antifaz, para evitar la posible ventaja.

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Los porteros son los únicos jugadores que ven.

Como es lógico, y debido a la discapacidad de estos futbolistas, este deporte tiene una serie de peculiaridades. En primer lugar, el balón lleva en su interior una especie de carraca o sonajero que le hace sonar cuando gira o bota. La necesidad es obvia, pues es la única manera de que los jugadores sepan dónde está el esférico. Los campos, de 20 metros de ancho por 40 de largo, están vallados en los laterales, para evitar que la pelota se escape y, a su vez, les sirva de referencia a los cuatro jugadores de campo invidentes. El equipo se completa con un portero que ve, para poder detener los disparos y orientar a sus compañeros en la defensa. Este dispone de un área de dos metros de largo por cinco de ancho, de la que no puede salir. Si lo hace, le penalizan con un penalti en contra, que se lanza desde seis metros de distancia.

El grado de concentración de los jugadores es máximo, pues no solo tienen que escuchar el sonido del balón, sino también, a la vez, a sus compañeros, que le gritan su nombre para que sepa dónde están y pueda pasarles el esférico; a sus rivales, que están obligados a gritar “voy” cuando se dirigen hacia el que tiene el balón y así evitar un choque; y a los guías, que son tres y que se sitúan en diferentes áreas del campo: el portero, en defensa; el entrenador, en el medio del campo; y el delegado u otro compañero, que se sitúa en la portería rival para indicarle a sus hombres dónde está la portería y qué defensas tiene que superar. Esta división del campo en tres tercios obedece a que haya las menos voces posibles.

Por todo esto, una de las cosas que llama más la atención al presenciar un partido de esta especialidad es la cantidad de sonidos que se escuchan en el campo, todos ellos necesarios para poder moverse por la cancha con cierta seguridad y acierto. Esto obliga a que los espectadores guarden un respetuoso silencio, que permita el desarrollo normal de los encuentros. Por eso es usual, como pasa en el tenis, que se escuche al árbitro pedir silencio al público, aunque en este caso para que se pueda oír a los protagonistas en la pista.

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Un guía informa detrás de la portería de la situación de los defensas.

“Hacer una ruleta o rematar un balón según llega de un pase son acciones técnicas muy difíciles, pero que algunos jugadores de este nivel pueden hacer gracias al trabajo constante durante muchos años. Los que llevan más años en esto son capaces de realizar jugadas de calidad increíble. Pero a los que llegan nuevos hay que enseñarles todo, desde correr a orientarse por el campo. Y en el caso de los jugadores de mi equipo, lo hacen con una entrega y voluntad extraordinaria”, afirma Miguel Ángel Becerra, entrenador desde hace diez años del Madrid Once Moratalaz, que dirige una plantilla de nueve jugadores de campo y cuatro porteros.

Hace años, este equipo se nutría de los alumnos de los colegios propios de la ONCE, que solían jugar al fútbol en los recreos. Pero hoy en día, con la educación integrada, que causa que los invidentes aprendan en los colegios  a los que acuden el resto de estudiantes, se ha reducido sustancialmente el número de practicantes. Por eso, actualmente se recurre más a los amigos como fuente de cantera. Es el caso de Ignacio Sánchez, que llegó al Madrid Once Moratalaz hace cuatro temporadas. “En mi trabajo me animaron a hacer deporte, porque es bueno para la salud, y unos amigos me hablaron de este equipo.  Y aquí estoy, entrenando tres días a la semana. Y cada día me gusta más”, afirma feliz por lo que hace.

Otros integrantes de esta plantilla, como Aguilar, llegaron al equipo porque le gustaba el fútbol desde pequeño, pues su padre también jugaba, por lo que lleva practicando este deporte más de 30 años. Incluso los hay que llegaron porque les llamó tanto la atención cuando se enteraron de su existencia, que se pusieron en contacto con la Federación Española de Deporte para Ciegos para que le informaran de cómo jugar en esta liga. Es el caso del portero Sergio  Rodríguez. Quien también llegó a este equipo por amigos es el entrenador, que comenzó como portero con 13 años por unos amigos de su hermano, que es invidente. Luego pasó a ser delegado y, finalmente, responsable técnico.  Por su parte, Víctor Manuel Acebedo formó parte del Santander en la categoría B2, y como siguió perdiendo vista, se vio obligado a pasarse a la B1 para seguir haciendo lo que más le gusta.

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Los jugadores tienen que gritar «voy» cuando van a por el balón.

Otra de las circunstancias que llama la atención de este equipo es la edad de sus jugadores, que comprende desde los 23 años del estudiante de Fisioterapia Lluis Oltra a los 59 de Manuel García Delgado, que lleva 40 años practicando este deporte, lo que le ha servido para ser convocado con la selección española en numerosas ocasiones. Este no es el único internacional de esta escuadra, pues en sus filas también figura el morataleño Vicente Aguilar, autor del gol que le dio a España el Campeonato de Europa de fútbol para invidentes disputado en Savona (Italia) en junio de este año. Además, están Adolfo Acosta, capitán de la selección actualmente, y los porteros Sergio Rodríguez y Pedro Gutiérrez. El 70% de esta plantilla ha formado parte en alguna ocasión del combinado nacional, incluido su entrenador.

La Liga Nacional de Fútbol para invidentes está integrada por ocho equipos, que juegan partidos de ida y vuelta, lo que suma un total de 14 jornadas, que se disputan cada dos semanas. Para ahorrar gastos, a veces se celebran en campos neutrales enfrentamientos entre equipos de distintas ciudades que han coincidido en una tercera localidad a la que han ido a jugar contra el equipo local. Al final de la campaña, los seis primeros clasificados disputan el Campeonato de España, conocido como el Nacional, que viene a ser la Copa del Rey del  fútbol profesional.

Para poder ganar estos títulos, el Madrid Once Moratalaz lleva a cabo entrenamientos de dos horas de media durante tres días a la semana, dedicando los sábados a jugar los partidos o también a practicar cuando es semana de descanso. “Entrenamos todos los aspectos necesarios para un futbolista, como son físico, técnico y táctico. A los jugadores nuevos hay que enseñarles todo, desde correr, a orientarse o a cómo parar un balón. Con los que llevan más tiempo es más fácil, pues adquieren una técnica depurada que les permite hacer casi de todo, aunque hay acciones imposibles, como rematar de cabeza. En mis más de 20 años dedicado a esto, nunca he visto un gol de cabeza, aunque la extraordinaria calidad y orientación de algunos jugadores les lleva hasta el punto de intentarlo”, señala Becerra.

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El nombre de la Escuela, en la espalda; el escudo, delante.

A pesar de estas limitaciones, el trabajo y la dedicación de estos esforzados trabajadores, pues ejercen diferentes profesiones, como vendedor de cupones, administrativos y telefonistas, les permite llegar a realizar un buen número de jugadas ensayadas, que incluyen acciones tan impensables como tacones, túneles, ruletas, cambios de dirección y pases de treinta metros. El preparador lo explica: “Tenemos números o palabras clave para ordenar una jugada. Por ejemplo, “quince” indica al jugador que tire a la portería; “egoísta” le ordena que se la juegue solo, “segundo fuera” solicita un pase exterior al segundo palo, donde hay otro compañero; “cero” señala una jugada para entrar al primer palo. Y hay más, de saque de falta, de córner… Incluso tenemos una en la que elevamos el balón para que pierda sonoridad y confunda a los rivales”.

Su profesionalidad, incluso, les lleva a analizar al equipo contrario para aleccionar a sus pupilos sobre los puntos débiles y fuertes de sus rivales. “Les hablamos sobre los contrarios para que sepan cómo atacarles o cómo defendernos”, precisa Miguel Ángel Becerra. Y como en el fútbol de los Ronaldo y Messi, la disposición de los jugadores en el campo (1-2-1 o 2-1-1) varía según las necesidades y la potencia del rival. “Todos son rivales fuertes, pero últimamente los títulos los disputamos nosotros con el Málaga, Alicante o Tarragona”, asegura el entrenador. Esta temporada solo se ha disputado la primera jornada, y el Madrid Once Moratalaz logró una importante victoria por 0-2 en Tarragona.

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Un momento de asueto tras el duro esfuerzo.

Como todo deporte, su práctica implica ciertos riesgos. En este caso, las lesiones suelen llegar tras encontronazos inesperados, caídas, problemas musculares o torceduras. Pero como explica el técnico, “aquí también hay choques, agarrones, zancadillas…  Y a la tercera, se lanza un tiro directo sin barrera desde ocho metros. Los árbitros explican en voz alta todas las decisiones, para que los jugadores se enteren y actúen en consecuencia. Cuando es fuera de portería pitan una vez, y cuando es córner lo hacen dos veces. Además, cuando llueve, como el riesgo es mayor, el colegiado es el que decide si se suspende el partido”.

En resumen, la Escuela Deportiva Moratalaz se siente muy orgullosa de contar con un trigésimo sexto equipo en sus filas tan capacitado y esforzado, merecedor de los más altos elogios por su enorme valor y mérito. “El Madrid Once Moratalaz muestra un espíritu de superación admirable y es un ejemplo a seguir para todos los integrantes de la Escuela Deportiva Moratalaz”, asegura Manuel Vela, directivo responsable de Patrocinadores y Comunicación de la EDM y mentor de esta apreciable relación.

Si deseas ver el vídeo del Madrid Once Moratalaz, pincha este enlace: http://www.youtube.com/watch?v=zXu_2WN0f1A#action=share