REPORTAJE| El legado de los Díaz Burgos: Dos generaciones, una misma pasión por la portería

REPORTAJE| El legado de los Díaz Burgos: Dos generaciones, una misma pasión por la portería

En la Escuela Deportiva Moratalaz se vive el fútbol con intensidad y pasión, pero pocas historias capturan el alma del club como la de los hermanos Noé y Yago Díaz Burgos. Ambos porteros, ambos inspirados por su padre, Noé Díaz, quien también defendió los tres palos en su juventud. El legado familiar en la portería es un reflejo del compromiso, la disciplina y el amor por el fútbol que han hecho del Moratalaz un referente en la formación de jóvenes talentos.


Noé Díaz Burgos: El guía bajo los palos

A sus 15 años, Noé es el guardián del Cadete B y un ejemplo de cómo compaginar fútbol y estudios. “Ahora estamos con exámenes, pero lo llevo bastante bien”, dice con determinación. Su temporada no comenzó fácil, pero la reciente victoria frente al Vicálvaro ha dado al equipo el impulso necesario. “Tenemos un gran grupo y los entrenadores están haciendo un trabajo excelente”, añade.

Noé comenzó como extremo, pero el destino le tenía reservada la portería. “Siempre escuché que mi padre había sido portero, y aunque empecé como jugador, me gustó lo que implicaba ser portero y decidí quedarme”. Su transición no fue inmediata, pero desde benjamín de primer año, ha sido fiel a su posición.

La influencia de su padre es innegable, aunque al principio, las correcciones no eran bien recibidas. “Yo me enojaba con él porque soy muy cabezón”, admite riendo. Ahora, Noé entiende la tensión que se vive desde la grada, especialmente cuando observa a su hermano menor, Yago, defendiendo la portería. “Es su primer año y ya se le nota seguro, manda mucho. Eso es clave para un portero”.


Yago Díaz Burgos: El sueño empieza aquí

Yago, con solo 8 años, ya demuestra una gran madurez y ambición como portero del Benjamín B. “Me gusta jugar en el Moratalaz porque es un lugar donde puedo divertirme”, comenta. Su equipo marcha quinto en la clasificación y, aunque el fútbol para él es diversión, no oculta su sueño de algún día levantar la Champions League.

Como su hermano y su padre, Yago también comenzó jugando fuera de la portería. “Antes era defensa, pero siempre quise ser portero porque mi padre y mi hermano lo eran”, explica con admiración. Sus entrenamientos favoritos son aquellos en los que “me tiran más balones”, una muestra de su entusiasmo por mejorar.

Yago admite que su hermano y su padre le dan consejos valiosos: “Lo que más me cuesta son los disparos rasos, pero lo que mejor hago son los blocajes y los saltos”. De su hermano admira “cómo comunica en los partidos”, lo que refleja su deseo de seguir sus pasos no solo en habilidad, sino en liderazgo.


El padre: Noé Díaz, el pilar de la tradición

Para Noé Díaz, padre de estos dos jóvenes talentos, ver a sus hijos seguir sus pasos en la portería es motivo de orgullo. “Es una posición ingrata, pero también da muchas satisfacciones”, asegura. Noé sabe lo que implica ser portero y por ello se limita a ofrecer consejos sin presionar. “Que disfruten, aprendan de sus errores y sean honestos”, dice.

Desde su experiencia, destaca la valentía de Yago en las salidas y los reflejos de Noé. Ambos han heredado ese “chip de portero” que, según él, parece ser genético. Sin embargo, más allá del talento, les inculca valores esenciales: compañerismo, respeto y disfrutar del juego.


Un legado en crecimiento

La historia de los Díaz Burgos es un recordatorio de que el fútbol es mucho más que un deporte. En la ED Moratalaz, su pasión por la portería es un símbolo de familia, esfuerzo y amor por el juego. Mientras Noé guía a su equipo desde el Cadete B y Yago sueña con grandes torneos desde el Benjamín B, su padre observa desde la grada, con orgullo y emoción, sabiendo que su legado está en buenas manos.

La portería del Moratalaz no solo está bien defendida, sino también llena de historia y futuro.