Manu Pérez: ”Después de cuatro años lesionado, he vuelto a disfrutar del fútbol y se lo debo a mis amigos de la EDM”

Manu Pérez:  ”Después de cuatro años lesionado, he vuelto a disfrutar del fútbol y se lo debo a mis amigos de la EDM”

Manu Pérez, jugador del Aficionado B

“En esta Escuela me han demostrado que lo que más importa es el cariño que se da a sus integrantes”

Este joven madrileño, que lleva cuatro temporadas luchando contra las lesiones y las intervenciones quirúrgicas, siente que ha superado tantas desgracias por el apoyo que ha recibido en la Escuela desde el primer día, por lo que está muy agradecido. Ahora solo espera olvidar la parte de miedo que todavía le atenaza para poder recuperar su mejor forma

 

  • “Tras la segunda rotura del ligamento cruzado de la rodilla me planteé dejar el fútbol; fue tremenda la desilusión”

  • «Empecé a trabajar con Jorge, tuve continuidad, disputé algunos amistosos y poco a poco me cambió la mentalidad»

  • “Volver a jugar partidos ha sido una emoción grandísima; he llorado mucho de felicidad”

  • “Puedo llegar a mi máximo nivel poco a poco y cuando el miedo desparezca del todo”

  • “He estado cuatro años sin tocar la pelota y ahora me gusta acariciarla, tenerla en mis botas, que pase por mí”

Manu Pérez posa en el urbis

Alejandro Posilio

Este apasionado madrileño asegura que la Escuela Deportiva Moratalaz es parte de su familia. Tras cuatro años de lesiones y dos intervenciones quirúrgicas en su rodilla izquierda para arreglarle el ligamento cruzado y los meniscos, ha vuelto a disfrutar de lo que más le gusta en esta vida, que es jugar al fútbol. Esta temporada ha disputado ya cuatro encuentros y asegura que solo poder entrenar con sus compañeros le ha devuelto la alegría. Cerca de cumplir los 21 años, cursa cuarto de ADE, también juega al pádel y disfruta saliendo con sus amigos. Pero sentencia que todo esto sin el fútbol no es igual de satisfactorio. Reconoce que sigue teniendo miedo a una nueva lesión y que solo alcanzará su máximo nivel cuando lo pierda por completo.

¿Cómo llegaste a la EDM?

Yo jugaba en la Unión de Moratalaz porque me gustaba el fútbol, y mis padres me metieron en ese club porque estaba en el barrio. Empecé jugando el último año de benjamín. Luego se fusionaron la Unión Deportiva Moratalaz y el CD Moratalaz, y crearon la actual Escuela Deportiva Moratalaz, donde seguí jugando.

¿Cuando empezaron tus problemas con para poder jugar en la EDM?

Yo era un poco revoltoso cuando estudiaba secundaria. En cadete de primer año me fueron los estudios un poco mal y al siguiente curso mis padres me metieron en un internado, donde estuve tres años, el segundo año de cadetes y los dos primeros de juveniles. Pero desde el primer año del internado, la Escuela me hizo el gran favor de ser el único jugador que solo entrenaba los viernes a la vuelta del internado y me convocaban los domingos a jugar. El primer año de juveniles fue igual, incluso Jorge Vallejo, actual director general de la Escuela y que en esa época entrenaba al Juvenil A, me subió los últimos partidos a jugar con su equipo. La temporada siguiente la empecé con este equipo.

Y llegó la primera lesión grave.

A mediados de diciembre, en un partido de liga contra el Moscardó, en categoría Autonómica, en el minuto 75 se iba un balón por la banda, intenté cubrirlo y se me debió quedar la bota clavada, porque sentí en la rodilla un crack. Pensé que no era nada. Jorge y otros padres de compañeros, porque fue el primer partido que mis padres no podían ir a verme jugar, me insistieron en que me llevaban al médico, pero no quise ir. Me fui a casa, me tumbé y por la tarde no podía moverme. Fui a la Seguridad Social, en vez de a la Mutualidad, y me diagnosticaron distintas lesiones, pero nunca que tenía roto el ligamento cruzado de la rodilla. Estuve dos meses sin jugar y la rodilla se desinflamó. Aparentemente estaba bien, pues yo no tenía la sensación de inestabilidad propia de esta lesión. Empecé a entrenar y al poco tiempo se me fue la rodilla varias veces. No entendía lo que me pasaba. Ese año jugué solo tres o cuatro partidos con el Juvenil D. En uno de ellos, me fui llorando porque jugué cinco minutos y pedí el cambio. Me sentía que estaba haciendo el ridículo. No estaba bien. Luego jugué otros quince minutos en el partido siguiente y la rodilla se me volvió a ir.

Manu vuelve a jugar

Vamos, que estuviste casi una temporada entrenando y jugando estando lesionado.

Claro. Terminé esa temporada sin apenas jugar más, porque no podía. Llegó mi último año de juvenil, que ya dejé el internado y empecé la carrera, y comencé a ir a un fisioterapeuta, que tampoco se dio cuenta de que tenía el cruzado roto. Me dijeron que tenía otro problema, que me sentaba mal y que eso me provocaba una desviación de la cadera, de donde venía el problema de la rodilla. Fue una milonga, pues lo único que querían era sacarme el dinero. Pero me aseguraron que me iba a recuperar, por lo que llamé a Jorge Vallejo para decirle que contara conmigo para la temporada. Jugué la primera parte de un partido contra el Alcobendas en casa, sin ninguna molestia y me cambió porque llevaba mucho tiempo sin jugar. Y en el entrenamiento del jueves siguiente, semana que jugábamos contra el Madrid, se me quedó el pie clavado, se giró la rodilla y me rompí el cruzado. Noté otro crack como la primera vez y me puse a llorar porque volvía la pesadilla de la rodilla.

Pero esta vez sí acudiste a los servicios médicos de la Mutualidad

Así fue. Allí me hicieron una resonancia y me diagnosticaron el ligamento anterior cruzado roto, así como un menisco roto. En ese momento no era consciente de la gravedad de la lesión, pero luego me di cuenta de que la temporada estaba perdida. Por aquel entonces, el padre de mi compañero de equipo Siaj se ofreció a operarme en la clínica Santa Cristina. Y como tenía confianza en él, acepté. Me operó el 23 de febrero. Todo el mundo se portó de maravilla conmigo, me visitaron al hospital, me dieron ánimos… Pero esa temporada también estaba perdida.

Y lograste ser jugador del aficionado.

Sí, el entrenador que tenía el Aficionado B me dijo que si me recuperaba, contaban conmigo. Era jugar en Segunda, pero no me importó lo más mínimo. Hice una pretemporada por mi cuenta y en junio empecé a trabajar en la Escuela con Rodri, el recuperador de lesiones. Aparentemente todo fue muy bien, pues yo no tenía molestias. Me dieron el alta médica y después la deportiva. Jugué tres partidos de pretemporada y en la octava jornada de liga me convocaron por primera vez para jugar un partido oficial. En el minuto 75 salté al campo a jugar. Era mi esperado regreso. Y en el minuto 83, salto, caigo y me parto la misma rodilla otra vez. Me levanté y me fui directamente a sentarme al banquillo. Me preguntaron si estaba bien y respondí que sí. Se acercó mi madre corriendo y lo primero que me preguntó fue ¿otra vez? Y la respondí que sí.

¿Qué te dijeron tus padres?

La primera vez, mi padre y mi madre pensaron que era algo normal. Debieron de pensar, ya se recuperará. Pero ese día a mi madre se le saltaron las lágrimas. En el centro de urgencias de la Mutualidad, me dijeron que me tenían que hacer una resonancia, aunque tras la exploración no parecía que el cruzado estuviera afectado, pero sí el menisco. Como también me tocaba la revisión de la primera operación, fui a la clínica Santa Cristina y conté lo que me había pasado. Me hicieron una resonancia y me diagnosticaron nueva rotura de ligamento anterior cruzado y, además, de los dos meniscos.

De nuevo a pasar por el quirófano.

Por suerte para mí, la médica que me tenía que operar estaba de baja por maternidad, y quien me tenía que tratar era un afamado médico de la Federación de Fútbol. Aceptó mi caso y me operó.

Manu vuelve a tocar el balón

¿Qué te decían tus allegados?

Todos, mi padre, mi madre, mi novia y mis amigos, me decían que se había acabado el fútbol para mí. Yo pensé lo mismo. Tenía 18 años y llevaba desde los 16 renqueando. Pero me dije, a operarme y ya veremos. Me intervinieron quirúrgicamente por segunda vez el 23 de abril, y la recuperación supuestamente se prolongaría durante un año. Por lo tanto, otra temporada perdida, y era mi primer año como aficionado. Esta vez me pusieron un injerto de cadáver y la verdad es que noté mucho más sujeta la rodilla. Hice todo el proceso de recuperación en la clínica, vine con Rodrí a recuperarme a la Escuela, realicé sesiones dobles, me apunté al gimnasio y a la piscina… Simplemente por quedarme a gusto conmigo mismo, no por volver a ser un jugador.

¿Y se acabó el suplicio?

Seis meses después, en octubre del año pasado, comencé a trotar y a recuperarme con Rodri. Claro, los amigos me preguntaban si tenía intención de volver a jugar al fútbol, y yo respondía que no. Solo pensar en mis padres llorando por mi situación me destrozaba cada vez que les veía preocuparse cuando venía a entrenar. Yo quería ser bombero, y mi padre me decía que si seguía así, no lo iba a conseguir. Pero tras la revisión de los seis meses con el traumatólogo, este me dijo que me había operado para que volviera a jugar al fútbol. Que siempre existe la posibilidad de recaer, pero que él había hecho todo lo necesario para que volviera a jugar al fútbol. A mi padre le cambio la cara. Pero me dijo: ‘él es el médico y el que sabe de esto. Yo soy tu padre y solo quiero protegerte’. El médico me animó y me dijo que con 19 años tenía mucho futuro por delante. Seguí recuperándome con Rodri y la evolución de la rodilla fue mucho mejor que la anterior vez.

¿Pero volviste a pensar en jugar al fútbol?

No. De hecho, Jorge y Dardo me preguntaron varias veces si tenía intención de volver, y les respondí que no. Esa temporada ya no me hicieron ficha, porque estaba en período de recuperación y transición. Llegó enero y estaba recuperado. Le pregunté a Rodri y me dijo que me iba a ir metiendo progresivamente con un equipo. Me ofreció volver a entrenar con Jorge Vallejo y acepté. Estuve desde enero hasta junio de la temporada pasada entrenando, primero dos días, luego tres y al final, cuatro por semana. Me preguntaron si quería hacerme ficha, pero respondí que no. Pero poco a poco me fui notando mejor.

Parece que los responsables de la Escuela han estado siempre muy encima tuya.

Jorge Vallejo es la persona a la que más cariño tengo de toda la Escuela. Desde mi primer año aquí, se ha preocupado siempre por mí. Desde el primer día me ha animado a volver y me decía que me diera otra oportunidad. Este no es un club de Primera ni de Segunda División, pero en esta Escuela me han demostrado que lo que más importa es el cariño que se da a sus miembros.

¿Al poder volver a entrenar con normalidad has olvidado los tragos amargos que has vivido?

La temporada pasada, solo haciendo los calentamientos normales volví a sonreír. Volvía a casa y mis padres, mi novia y mis amigos me veían mucho más contento. Todo el mundo me lo decía.

Con la cabeza

¿Pero seguías teniendo dudas?

Sí. A principio de esta temporada me llamó Dardo para preguntarme si contaban conmigo para la pretemporada. Yo respondí que no lo tenía claro, que tenía que seguir probándome. Hasta que me enteré de que Jorge Vallejo era el nuevo entrenador del Aficionado B. Y ahí cambió todo. Cuando lo supe, automáticamente le dije a Dardo que me hiciera ficha. Me encontraba bien, Rodri, con la ayuda de Tores, había hecho una labor fantástica y encima era Jorge mi nuevo entrenador. Empecé a entrenar en agosto con el Aficionado A, porque pensaban que podría jugar en ese equipo. Pero aunque disfrutaba del fútbol, no sentía lo mismo. Se lo agradecí al entrenador, pero le dije a Dardo que prefería jugar en el B. Lo valoraron y me pasaron.

Ya has vuelto a los campos de juego a disputar partidos como un jugador más.

Después de casi cuatro años de estar lesionado, llevo cuatro partidos jugados con continuidad. He disputado tres partidos completos y en otro he jugado 76 minutos. Y me siento súper bien.

¿Cómo lo has vivido?

Cuando llegué a mi casa después de jugar el primer partido, lloré de alegría. En el segundo metí un gol y fui a celebrarlo con Jesús Recio, mi mejor amigo, que ha estado siempre en el hospital dándome ánimos desde el primer día. Venía a casa a recogerme y me llevaba y me traía del hospital. Por lo tanto, mi primer gol se lo tenía que dedicar a él. (Con lágrimas en los ojos). Me emociono al decirlo, pero es la pura verdad. Después de cuatro años de sufrimiento, he vuelto a disfrutar del fútbol, y se lo debo a mis amigos de la EDM.

¿Pero tienes miedo cuando sales a jugar?

Cuando una ilusión es tan grande, el miedo se queda en el segundo plano. Cuando no tienes las ideas claras es cuando se aparece el miedo. Pero cuando te reafirmas en que jugar al fútbol es lo que quieres hacer, que quieres disfrutar de ello, aunque no sea para dedicarte profesionalmente, haces todo lo posible para luchar contra el miedo. Trabajas más para recuperarte, te apoyas en los amigos, pero como al fin y al cabo es lo que realmente me gusta y quiero, sigo intentándolo. Evidentemente, no he vuelto a coger mi mejor nivel, pero llegar al 70 u 80% de lo que era, después de dos operaciones de rodilla con 20 años, era impensable, sobre todo tras la segunda rotura.

¿Cuál ha sido el peor momento en todo este tiempo?

Tras la segunda rotura me planteé dejar el fútbol. Lo tenía decidido. Tras la primera rotura piensas que tienes que trabajar para poder recuperarte. Lo haces, debutas y a los siete minutos te vuelves a lesionar. Fue tremenda la desilusión.

Estudiando ADe

¿Qué pensaste en ese momento?
¡Oh, no! Otra vez a volver a empezar. Se me cayó el mundo encima. Lo único que pensé positivo es que iba a tener tiempo para estudiar, pero ni eso me consolaba. Era otra operación y un proceso de medio año de recuperación. Se dice pronto, pero pasar seis meses trabajando solo, sin estar con tus amigos y familiares, donde nadie sabes lo que sientes, que hay que ir todos los días a rehabilitación, y cada cierto tiempo a revisión, es muy duro.

¿Me imagino que te ha habrá pasado por la mente más de una vez dejarlo?

Sí, claro, muchas. La primera vez que me lesioné, uno de mis amigos me dijo, si yo hubiese sido tú, no hubiese vuelto por miedo. La segunda vez que me operé, yo sí que lo tenía claro. Pensé: no vuelvo a jugar al fútbol, porque no me sale rentable. Pensé que si seguía, me iba a joder la vida. Lo tenía súper claro. Pero empecé a trabajar con Jorge, tuve continuidad, disputé algunos amistosos y poco a poco me cambió la mentalidad.

Y esta temporada que has vuelto a disputar partidos oficiales, ¿qué pensaste?

He dado gracias a Dios y a Jorge, porque me ha sacado de titular sin haber jugado un minuto con él. Ha confiado en mí. Cuando ves que la gente confía en ti, el miedo pasa a un segundo plano y te animas a confiar también en ti mismo. El día que regresé a mi casa después de haber jugado 76 minutos, me dije: ‘lo has conseguido; has vuelto a hacer lo que más te gusta de tu vida; has vuelto a disfrutar de este deporte, cosa que no hacía desde hace años’. Ha sido una emoción grandísima. He llorado mucho de felicidad.

¿Lo que has tenido es solo mala suerte?

Mucha gente dice que como estuve en el internado y entrenaba un solo día a la semana, pues que no estaba preparado y pudo influir negativamente. Sinceramente, pienso que la primera vez que me rompí, sí fue mala suerte, pero la segunda pudo ser parte de una mala operación, que yo no notaba, e impaciencia por empezar antes de tiempo. La segunda vez he vuelto después de un año y cinco meses de recuperación. Inicialmente iba a ser de un año, pero he aguantado más y me siento mucho mejor. Pudo haber algo de precipitación por las ganas que tenía.

¿Vas a adquirir la forma que tenías antes de lesionarte la primera vez?

Ya me da igual. Nunca he pensado vivir del fútbol, y ahora mucho menos. Lo que me importa es jugar. Cuanto mejor me encuentre y más pueda aportar al equipo, mucho mejor. Soy ambicioso y voy a intentar llegar a dar el cien por cien de mí. A lo mejor lo logro cuando lleve 20 partidos y cuando el miedo desaparezca del todo.

Muy agradecido.

¿El miedo siempre está presente?

Sigue habiendo un poco. No durante el partido, sino más bien antes, pues tengo el estómago cogido. No pienso que puede volver a pasar, pero sí me viene a la mente todo lo que he vivido. Si ahora me queda un 25% de miedo en mi cuerpo, al principio de temporada era un 40%. Está desapareciendo rápido. Ahora hago movimientos que antes me los pensaba; ahora voy a muchos balones que antes me los pensaba. Puedo llegar al máximo nivel poco a poco y cuando el miedo desparezca del todo.

¿Te ha pasado que vas a hacer una entrada y piensas que te podrías volver a lesionar?

En la propia acción, por ejemplo en un contrabalón, no. Pero cuando el equipo repliega y estoy calmado, sí que he pensado ’es que en ese contrabalón me podía haber vuelto a joder la rodilla’. O cuando hago un salto y choco, no lo pienso. Pero cuando se para el juego, sí que se me pasa por la mente: ’he saltado y he caído sobre la rodilla mala’. No pienso en volver a lesionarme, pero sí en que es la rodilla débil. De todas formas, cuando me preguntan qué tal mi rodilla mala, ya digo que no es la mala, sino la menos buena. Es una cuestión psicológica. Si no estuviera recuperado, no podría competir.

¿Has pensado en pedir ayuda al psicólogo de la Escuela?

Lo pensé, pero ahora estoy liado con los estudios y no tengo mucho tiempo, pues estoy acabando la carrera. Pero como inconscientemente voy mejorando esos aspectos, a lo mejor por eso no me lo he planteado.

 

«Me encanta que mi equipo tenga la pelota»

Manu Pérez rmpezó de mediocentro, pero ahora ejerce de central veloz y contundente.

¿De qué juegas?

Siempre he sido mediocentro, pero desde la primera lesión, por la exigencias físicas y porque soy un cagón, me he bajado al centro de la defensa.  Creo que a nivel físico, me da más miedo subir y bajar constantemente. De central, que muchas veces me quisieron poner y nunca quise, me siento mejor ahora. A lo mejor cuando tenga toda la confianza y desaparezcan todos los miedos, me planteo jugar de nuevo en el medio del campo.

Un esfuerzo supremo

¿Has variado ahora tu forma de jugar tras las lesiones?

No, no soy un jugador técnico, soy más físico que otra cosa. No sé hacer una bicicleta ni un regate; sé ir al choque, despejar por arriba y desplazar en largo. Quiero decir, la cojo y se la paso al compañero que está más cerca. Soy rápido y potente, y aunque he perdido velocidad,  voy recuperándola poro a poco.

¿El estilo combinativo que se imparte en la escuela te beneficia?

Me parece súper bien. A mí no me perjudica, pues mi misión es robarla, protegerla y jugarla.  He estado cuatro años sin tocar la pelota y ahora me gusta acariciarla, tenerla en mis botas, que pase por mí. Me encanta que mi equipo tenga la pelota. Si tienes la pelota, vas a disfrutar mucho más del fútbol.

 

«El 95% de mis amigos pertenecen a esta Escuela»

Este estudiante de ADE se siente un privilegiado por pertenecer a la EDM.

Después de tantos años en la EDM, ¿cómo definirías la experiencia?

Maravillosa. No solo soy un jugador de esta Escuela, es que me he ido de vacaciones con el cuerpo técnico, con mis compañeros, he trabajado con el cuerpo técnico, he arbitrado con ellos. No es venir, cambiarme, jugar e irme. Es venir, hablar, contar mis cosas, me río, entreno y vuelvo a hablar con todos. Los mejores amigos que tengo los he hecho en esta Escuela. Es mi familia. El 95% de mis amigos pertenecen a esta Escuela.

Llegó en benjamines

¿Estas satisfecho con el trato que has recibido de los responsables de la Escuela durante todos estos años de lesión?

El trato ha sido bastante bueno. No tengo la más mínima queja. El anterior recuperador se preocupaba por mí en verano, los entrenadores, también; Jorge, Dardo, los directivos, cada vez que me veían, me preguntaban cómo estaba;  todos me llamaban para interesarse. Siempre me han tendido la mano y me han mostrado su cariño. Ahora los veo y les saludo a todos con un beso. Siempre les estaré agradecido. No puedo olvidar que cuando me llevaron al internado, a otro jugador le habrían dicho. ‘lo siento, no puedes entrenar tres días a la semana, pues no puedes jugar los domingos’. Sin embargo, a mí no me pusieron ninguna pega. La directiva se reunió y me dijeron que podía hacerlo. Se lo comunicaron al vestuario, y todos aplaudieron. Son cosas que gustan y te hacen tener más cariño por esta Escuela (de nuevo con lágrimas en los ojos).

¿Tu objetivo ahora es jugar en el Aficionado A?

Puede que suene un poco egoísta, pero mi objetivo ahora es estar cómodo y disfrutar del fútbol. Y eso lo hago mucho más cuando me entrena Jorge Vallejo. No es que no quiera estar en el A, que me encantaría, es que Jorge me transmite algo que no lo hace el A. Si me dan a elegir, prefiero estar con la gente a la que tengo más cariño y con la que de verdad me entiende. Aunque sea el Aficionado E.

 

«Aunque otras cosas iban bien, no era completamente feliz»

Este joven madrileño no descarta entrenar a algún equipo más adelante.

Dices que eres consciente de que no vas a vivir del fútbol, ¿pero sigue siendo tu ilusión?

Por supuesto. Mis padres me han insistido una y otra vez en que no iba a vivir del fútbol, por miedo a que me lesionara otra vez. Y yo les respondía que lo sabía. Pero el primer día que volví a entrenar y cuando volví a jugar un partido oficial, mis padres sonreían. Y les pregunté que por qué lo hacían, y me respondieron: ‘porque te volvemos a ver feliz’. Durante los años que he estado lesionado no he sido completamente feliz. Cuando no podía jugar al fútbol, otras cosas iban bien, como los amigos, la familia, los estudios. Pero me faltaba algo. El bajar a entrenar, el apretar en los exámenes porque tengo que ir a entrenar, el desayunar con el equipo, ducharse con ellos, todo eso es muy grande. Cuando he vuelto a jugar al futbol, no solo he vuelto a mejorar anímicamente, sino también la gente que me rodea ha mejorado.

En el gimnasio

¿Durante este tiempo has pensado en algún momento en ejercer de entrenador para seguir ligado a fútbol?

Sí, cuando me lesioné, estuve de segundo entrenador con el Infantil A durante un tiempo, y me gustó la experiencia. Pero me ocupaba mucho tiempo de estudio. Puede que la temporada que viene, que no tendré tanto que hacer, entrene otra vez de segundo.

¿En tu situación piensas en la temporada que viene?

No, ni en el mes que viene ni en la semana que viene. Voy partido a partido, y cuando llega el viernes, ver la convocatoria y ver que estás en la lista. Y si no estás, y ves que es por decisión técnica y no por lesión, sigue siendo una alegría. Aunque no juegue, venir a entrenar y calentar es suficiente. Solo pienso en cada día.