Juanjo Martínez vuelve a la que fue su casa durante muchos años. Lo hace para tomar las riendas del Juvenil B del club, inmerso en plena batalla en la Primera División Autonómica. Primero como jugador y ahora como entrenador, el fútbol ha sido y es una de las dedicaciones vitales de Juanjo. Además con experiencia sobrada en la materia, pues ha entrenado también a nuestros cadetes, benjamines y prebenjamines.
¿Cuándo y cómo decides que quieres ser entrenador?
Creo que el llegar a ser entrenador es fruto de una evolución. Una serie de etapas que se van sucediendo siempre dentro de aquello en lo cual he tratado de orientar mi vida tanto personal como profesionalmente: el fútbol. Comienzas de niño a apasionarte con este deporte, a no despegarte de la pelota en ningún momento, disfrutas jugando, te educas en un campo de fútbol, juegas en equipos que hacen despertarte curiosidades relacionadas con aspectos del juego, sientes también que tienes vocación para entrenar y, como consecuencia de todo ello, es lógico que llegues a ser entrenador.
¿Qué sentiste al volver a la escuela después de tantos años?
Lo primero que sentí, que me llamó la atención muy positivamente y, que de hecho transmití a los responsables como primera impresión, es la educación existente. Al final de mi anterior etapa ya se trabajaba para generar esa cultura de club, de escuela en este caso, y la evolución que se ha tenido en este sentido es digna de elogio.
Todos se saludan al llegar, al irse, con entrenadores de otros equipos, te buscan para darte la mano… Debería ser lo habitual, pero en muy pocos clubes y escuelas se desarrollan de manera clara este tipo de valores. Creo que son aspectos que merecen tenerse en cuenta junto a la evolución futbolística que la escuela también ha tenido, consolidando una filosofía de juego que le hace tener una identidad propia y reconocible.
El Juvenil B es 2º del Grupo 1 de la Primera División Autonómica Juvenil con 44 puntos. Aun así, de nuestra posición a la del quinto solo nos separan 3 puntos. Está todo muy igualado, ¿no?
Como no podía ser de otra manera en una categoría como juvenil autonómica. He tenido la fortuna de estar en esta categoría como jugador juvenil y posteriormente como entrenador en varias ocasiones, y en todas, el denominador común ha sido la igualdad y competitividad reinante entre todos los equipos. A un paso de categoría nacional, todos los equipos muestran un gran nivel independientemente de la posición que ocupen en la tabla clasificatoria.
Con 18 goles encajados en 21 partidos, sois el 2º equipo menos goleado de toda la división. ¿Cómo se explica esa buena cifra?
Seguramente debido a múltiples causas: desde la calidad individual de los jugadores del equipo, pasando por mecanismos tácticos trabajados a lo largo de la temporada que propician esta estadística y por la cual merece un reconocimiento el anterior cuerpo técnico. No me aventuro a dar una explicación con tan poco tiempo en el equipo e incluso tampoco creo que pueda darla de manera clara en un futuro.
El fútbol es un deporte tan complejo e impredecible que en ocasiones no podemos dar explicaciones a todo lo que acontece en el juego, por mucho que nos eduquen para obtener respuestas que nos generen cierta tranquilidad y control. A veces, simplemente, todo depende de que la pelota vaya más a la izquierda para que de al poste y no nos metan gol y podamos llevarnos esos halagos de equipo que encaja poco.
Sí es cierto que a nivel goleador (39 en 21 partidos), el Juvenil B, es el 10º del Grupo 1. ¿Qué estáis haciendo para mejorar ese registro?
Uno de los aspectos que hemos podido detectar en estos primeros días y que en nuestra opinión tiene posibilidades de trabajo y desarrollo es la ocupación en área rival ante situaciones de llegada en ataque. Todo ello para tratar de generar más finalizaciones y aumentar así las probabilidades de mejorar esta estadística. Pero en cualquier caso, con pocos entrenamientos y solo un partido jugado con el nuevo cuerpo técnico, actualmente se podría considerar que estamos en una fase de observación, de análisis colectivo e individual. Una etapa en donde se tienen que extraer todas las particularidades del equipo y los jugadores para con ello ir introduciendo “rasgos” del nuevo cuerpo técnico, teniendo en cuenta también los partidos que el equipo juega en liga.
¿Te consideras más un entrenador reactivo o propositivo?
Como entrenador me siento más seguro cuando mis equipos proponen, tratan de llevar la iniciativa en el juego y no especulan con un resultado que a priori les puede ser favorable. Lógicamente, hay que tener en cuenta que en este deporte hay otro equipo en frente que puede tener la misma filosofía y, por tanto, existir momentos en los que esta idea inicial planteada sea más complicada ponerla en práctica. Pero como punto de partida, siempre me gusta partir de mi propio equipo para desarrollar una estrategia de juego, sin despreciar tampoco adaptaciones concretas en base al rival con el que jugamos.
¿Cuáles son los puntos del equipo donde ves mayor margen de mejora?
Como he comentado anteriormente, nos encontramos en un momento de análisis y de observación donde, a partir de las conclusiones que consigamos extraer de ello, podamos facilitarles a los jugadores nuevos mecanismos que sumen a todos los aprendizajes que ya tienen adquiridos en lo que llevan de temporada. A día de hoy, nos hemos encontrado con un equipo muy trabajado, y nuestra intención es aportarles aún más aprendizajes en base a la filosofía que tenemos como cuerpo técnico, diferente del anterior en algunos aspectos, pero también con rasgos comunes fruto del perfil de entrenador buscado por la escuela para sus equipos.
En 2014, cuando entrenabas a nuestros benjamines y prebenjamines, afirmabas que “lo más satisfactorio de ser entrenador es que los chicos hagan lo que les dices porque creen en ti”. ¿Lo mantienes con los juveniles?
Por aclarar, he de decir que antes de ese año 2014, además de los equipos que se mencionan, también había entrenado cadetes y juveniles de la escuela, uno de ellos, el juvenil B sin ir más lejos. Y mantengo lo dicho por supuesto para cualquier equipo y categoría. Creo que en esta cuestión entran en juego los términos “poder” y “autoridad”.
Un entrenador que tenga solo poder probablemente tendrá jugadores a su cargo que le obedezcan, pero únicamente por el rol que ocupa en ese momento, sin propiciar aprendizajes significativos: “Es el entrenador este año, solo por ello, por esa posición que ocupa, habrá que atenderle”. En cambio, un entrenador con autoridad, adquirida esta por conocimiento, por experiencia, por formación, didáctica y que transmite valores, sus jugadores le seguirán por convicción, no por obligación. Y cuando eso ocurre, es enormemente gratificante.
¿Qué percepción tienes del balón parado? ¿Lo trabajas mucho con tus ayudantes para que luego se refleje en los partidos?
Parto de la base de que este tipo de acciones son tremendamente importantes y que determinan partidos a favor y en contra. Pero en equipos no profesionales considero que su trabajo queda totalmente condicionado por el tiempo disponible de entrenamiento con el equipo. Opinión personal en cualquier caso. He entrenado equipos de cuatro e incluso cinco días de entrenamiento semanales y, por ello, podría considerar que había tiempo para poder trabajar este tipo de acciones a lo largo de la semana de manera significativa. En cambio, en equipos que solo tienen tres días de entrenamiento o incluso dos, doy preferencia para ocupar todo el tiempo de cada uno al desarrollo de conceptos y principios de juego para implementar el modelo de juego pretendido. Al final, eso reduce el trabajo de balón parado a los aspectos más básicos.
Cada vez se escucha más a entrenadores, analistas y periodistas hablar de bloque bajo, medio o alto. ¿Por cuál te decantas tú? ¿Suelen presionar hacia delante tus equipos?
Me gusta la pelota. Entiendo que un jugador juega al fútbol porque le gusta la pelota, tenerla. Por tanto, si no la tengo, quiero ir a recuperarla. Habrá situaciones de partido en que por diferentes circunstancias, obliguen a ser algo más precavido al respecto, pero por regla general, por filosofía, quiero que mis equipos tengan la decisión y convicción para recuperar cuando antes el balón y atacar después con ella.
¿Hasta qué grado es el entrenador un gestor de las emociones de sus jugadores?
En muchas ocasiones, más si hablamos de fútbol base en sus etapas iniciales y de desarrollo, el entrenador es un auténtico referente para el jugador/a ya no solo en lo que se refiere al mero aspecto futbolístico, también en el ámbito personal. Aquí ya podemos evidenciar la influencia que puede tener un entrenador (y educador en este caso) en el estado de ánimo de un joven futbolista, y la necesidad por tanto de que cuente con formación suficiente para poder gestionar de la mejor manera posible todas las situaciones de índole emocional que se puede encontrar en el día a día de su equipo.
Ya en etapas superiores, la influencia de la competición también trae consigo lo que se puede denominar como “tensión emocional”, apareciendo nuevas situaciones que de nuevo obligan a que el entrenador cuente con recursos suficientes para poder llevar a cabo actuaciones al respecto de manera apropiada.
¿Tienes o has tenido algunos entrenadores referentes? ¿Cuál es tu favorito en la actualidad?
Los he tenido y los tengo. Algunos de renombre, conocidos por todos, y otros no mediáticos sin entrenar en categorías de alto nivel, pero con una vocación y unos conocimientos que no tienen nada que envidiar a los anteriores, más bien al contrario en muchas ocasiones. También hay otros muchos que, sin ser referentes, sin compartir una filosofía de juego o de entrenamiento, propician reflexiones, provocan someter “lo que se hace” a una reflexión crítica para que a partir de ello se extraigan conclusiones y convicciones propias. En definitiva, todos pueden ayudarte a formarte y a tener una identidad propia como entrenador.