«Evitando la frustración en nuestros hijos», nuevo artículo de Carlos Cáceres, psicólogo de la EDM

«Evitando la frustración en nuestros hijos», nuevo artículo de Carlos Cáceres, psicólogo de la EDM

Evitando la frustración en nuestros hijos

A medida que los niños van creciendo y madurando, van generando ideas y expectativas sobre ganar, ser el mejor, no perder, progresar… y en gran cantidad de ocasiones lo quieren YA, sin tener en cuenta la cantidad de aspectos que influyen en su obtención. El no conseguir lo que se proponen puede generar emociones negativas que, de no ayudarle a saber regularlas, pueden resultar contraproducente para su desarrollo.

La frustración es una emoción negativa generada principalmente por la no obtención de una meta planteada. La frustración puede ser puntual, provocada por situaciones consideradas injustas; o crónica, apareciendo en cualquier situación en la que las expectativas no se cumplan. Asimismo, se suma a esto que muchas veces las expectativas se generan de manera involuntaria o terceras personas con comentarios pueden generar esta emoción, dando un valor superior al que le da el niño a acontecimientos ya sucedidos.

todos frustradosHay que tener en cuenta que se requieren altas dosis de esfuerzo, compromiso, cooperación, paciencia y otra serie de aspectos para adquirir cualidades físicas, tácticas, técnicas y psicológicas, que a su vez precisan de un trabajo constante y duradero para ir dominándolas. No obstante, aunque se dominen estos aspectos mencionados, hay que tener en cuenta que existen otros factores que no son controlables y pueden impedir la obtención del objetivo. Estos aspectos son, entre otros, la habilidad de los rivales, las decisiones arbitrales, las condiciones meteorológicas, determinadas lesiones y su necesidad de tiempo para la recuperación, el azar… Como vemos hay diversos aspectos que no pueden llegar a controlarse al completo, por mucho que se intente trabajar por dominarlos. Se hace necesario su conocimiento y su aceptación.

Por ello, como padres y madres tenemos la misión de ayudar a detectar a nuestros hijos qué situación es la que les genera frustración y enfado, y ayudarles a su proceso de maduración, haciéndoles reflexionar porque están sintiendo esa emoción y, sobretodo, dar pautas para evitar que crezcan y no vuelvan a aparecer.

  • Siempre hay algo que reforzar. Cualquier esfuerzo realizado por los chicos ya es reforzable. Jugadas, acciones determinadas (tanto individuales como grupales) o el simple hecho de acudir a practicar una actividad deportiva ya son gestos que, como adultos, podemos premiarles con elogios y felicitaciones.
  • Ayúdale a gestionar los fracasos. Nadie nace sabiendo, y por todos es conocido que el sabor de la derrota o el fracaso no gusta a prácticamente nadie. Por ello, es de gran importancia recalcar el aprendizaje que hay detrás de cada derrota. Cuando son jóvenes, requieren de pautas que les ayuden a ver todo el proceso (entrenamientos, oportunidades falladas, errores mejorables…) y no únicamente con el resultado final, el cual lamentablemente es el más comentado.
  • La frustración de la derrotaAyúdale a crear objetivos realistas. Otro de los focos de la frustración es la meta excesivamente alta o ambiciosa que se plantea el niño, o es planteada por los padres. A pesar de la creencia errónea de que cuanto mayor sea la meta más motivado mantendré al niño, si no hay obtenciones de éxito durante el proceso se van a generar frustraciones. Por ello es importante elaborar objetivos que puedan alcanzarse y supongan retos, acompañados de ‘mini-objetivos’ que vayan acercándolo a la obtención del objetivo final.
  • Ayúdale a saber perder. Además, una de las características esenciales para un deportista es la aceptación de la derrota. Hay que tratar de hacerle ver que los rivales también tienen objetivos, metas, frustraciones… y también merecen las victorias. Por ello es importante saber reconocer méritos ajenos, saber felicitar y no caer en la eterna excusa, ya que genera más y más frustración.
  • Trata de ser un modelo de conducta. Por último, es importante recordar que los jóvenes son unos perfectos imitadores y les encanta replicar aquello que ven. Por ello, que mejor manera de gestionar la frustración que predicando con el ejemplo.

Es importante que la frustración no sea un factor que determine su calidad emocional, ya que a medida que crece puede derivar en problemas de mayor importancia, ya sean de salud, sociales, laborales, etcétera.

Está en nuestra mano aportarle esa ayuda y permitirle desarrollar valores y hábitos saludables.

Carlos Cáceres Vallés