El Alevín A despierta cada día una sonrisa en la cara del aficionado de la Escuela. Inmersos en un proceso de aprendizaje continuo, los pupilos de Álvaro Cabezuelo practican este bello deporte a lo largo y ancho del territorio madrileño. La adaptación es clave, pues este es su primer año en fútbol 11. El 7 ya ha quedado atrás de forma definitiva.
Encuadrados en la segunda división de esta categoría, la División de Honor Alevín, representan al club en su grupo 2. Los chicos ya dan muestras de su alto nivel humano pero también futbolístico. A pesar de hallarse en una competición tan exigente, son 5º con 35 puntos. En los 18 partidos que han disputado hasta ahora, solo han perdido 3. Sus otros resultados son 10 victorias y 5 empates.
El último de sus compromisos se saldó con una contundente victoria (3-1) sobre la Fundación Rayo Vallecano. Estos solo pudieron recortar distancias cuando el marcador ya indicaba un 3-0 a nuestro favor. Álvaro aporta su diagnóstico del partido: «Entramos con la concentración adecuada y eso nos hizo sentirnos cómodos desde los primeros minutos». El técnico está haciendo hincapié en ese aspecto. Un registro por el que han venido problemas en algunas semanas.
Con todo, el adjetivo que viene a la mente para describir la dinámica del Alevín A no es otro que espectacular. Su racha se resume en cinco victorias consecutivas, todas ellas con dos goles de diferencia o más respecto al rival. «El equipo está en buena dinámica gracias a la intensidad que ponen en cada entrenamiento y a que ya hemos conseguido adaptarnos al fútbol 11«, refiere el míster.
Iniciada ya la segunda vuelta en la División de Honor Alevín, todavía quedan 12 jornadas por disputarse. El fin de semana del 10 de junio tendrá lugar el último partido de la temporada. Mientras tanto, el A promete seguir haciéndonos disfrutar tal y como lo hacen ellos sobre el verde. «Esperamos seguir disfrutando de cada partido como hasta ahora para que al acabar la temporada tengamos la sensación de que lo dimos todo en cada semana», cuenta Álvaro.
La fuente de alegría no es tanto por los resultados (que también) sino por la ilusión y la felicidad que desprenden los chicos en cada entrenamiento y en cada partido. El ver cómo siguen creciendo tanto a nivel futbolístico como personal es algo que no tiene precio.