La tercera jornada liguera del Grupo 3 de la comunidad madrileña fue cuanto menos diferente para los nuestros. No por el ambiente que se vivió en la grada, puesto que una vez más fue espectacular. Tampoco por la gentil comunión que hay entre todos los padres. Si uno de los futbolistas falla un penalti, que al final es el más valiente por querer tirarlo, los compañeros le consuelan en el campo. Más de uno auguraba que el envite acabaría a lo ‘Sergio Ramos’. Y es que los pupilos de ‘Tores’ dieron síntomas de que así sería.
Si César siguió deleitando con sus demoledoras estiradas. Si Alex y Javi volvieron a poner en funcionamiento la sala de máquinas a una velocidad endiablada. Si Guille continuó en su línea de «pequeño ratoncillo» capaz de revolucionar un partido. Entonces, ¿cuál fue la gran novedad? Aquí se resuelve el misterio. Ni espinacas, ni masajes, ni siquiera los ricos bocadillos del bar. Todo fue pasión. Pasión por un deporte que les gusta. Pasión por sus compañeros que estaban lesionados en la grada. Pasión por todos los familiares que no pudieron estar presentes. Pero sobre todo pasión por los colores del escudo.
Finalmente el marcador acabó siendo 1-1, pero estos niños de 13 y 14 años hacen presagiar que el equipo tiene mimbres suficientes como para hacernos disfrutar día a día. Creyeron cuando más lo necesitaban y se llevaron un puntito que les coloca en séptima posición. Piensen, reflexionen y digan conmigo: «¿Qué somos?… un EQUIPO. ¿Qué somos?… un EQUIPO… ¿Qué somos?… Un EQUIPO. Un, dos, tres Morata, bien”.
Crónica por E.Cornago
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Fotografías por M.Encabo
