Álvaro Villalba: “Desde que se fundó, la Escuela se ha convertido en mucho más que un club de barrio”

Álvaro Villalba: “Desde que se fundó, la Escuela se ha convertido en mucho más que un club de barrio”

Álvaro Villalba Rubio, coordinador de la etapa de iniciación y entrenador del Alevín B

“Los pequeños a veces entrenan con unas ganas que ya quisieran para sí los juveniles”

Asegura que el método de entrenamiento es lo que diferencia positivamente a la EDM del resto de clubes, y resalta que algunos padres están tan encima de sus hijos que les confunden, porque les dicen lo contario que el entrenador

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Alejandro Posilio

Este joven madrileño de 27 años, que ha residido toda la vida en Moratalaz, lleva más de la mitad en la EDM. Ingresó en alevines cuando era el Club Deportivo Moratalaz, pasó por todas sus categorías, y comenzó a entrenar cuando se fundó la Escuela Deportiva como tal. Por eso, puede ser el miembro de esta organización que más años lleva de continuo en ella, pues suma ya 17 temporadas consecutivas. Tiene bajo su gestión nada menos que 17 equipos (un chupetín, 5 prebenjamines, 5 benjamines y 6 alevines), y más de 250 niños, de los que entre 60 y 75 entrenan a la vez en el Lili Álvarez. Está encantado con su labor y no le importaría vivir en el futuro de ella.

¿Cuándo y cómo llegaste a la EDM?

Empecé aquí en 1996, en alevines, en lo que en aquel momento era el Club Deportivo Moratalaz, cuando tenía diez años. Y estuve jugando hasta aficionados, donde estuve un año.  Cuando estaba en juveniles empecé a entrenar a un equipo de infantiles, y combiné durante unos años jugar y entrenar, hasta que dejé de jugar y me dediqué a entrenar.

¿Por qué dejaste de jugar?

Porque en aficionados se me quitaron las ganas y la ilusión de jugar. No iba con ganas a entrenar. No fue un buen año, acabamos mal y decidí dejarlo. Fue el último del Club Deportivo Moratalaz, estábamos en Primera Regional. No llegué a debutar en la Escuela como jugador.

¿Cuántos equipos has dirigido en la Escuela?

Empecé con un infantil, y al año siguiente cogí otro infantil. Durante estos dos años jugaba al fútbol. Y justo el primer año de la Escuela Deportiva Moratalaz empecé a entrenar sin jugar. En la Escuela empecé como segundo entrenador del Cadete C.

¿Y por qué empezaste en el Club Deportivo Moratalaz y no en otro club?

Porque soy del barrio de toda la vida. El presidente era amigo de la familia, y un día llegó mi padre y me preguntó si quería jugar al fútbol en el equipo del barrio. Y como loco, con diez años, fui de cabeza. Y me quedé.

¿Entonces,  no conoces otro club?

Intenté salir y jugar en otro club. Pero antes no era como ahora. Antes éramos un club de barrio muy normalito. Venía a entrenar con mis amigos y a jugar con ellos. Luego, en cadetes y juveniles, intenté jugar en otros equipos, pero no fue posible. Ahora viene la gente a buscarte porque hay ojeadores. Antes no, o tenías algún contacto o de aquí no salías.

¿En todos estos años qué puestos has ocupado en la Escuela?

Desde jugador, a entrenador en todas las categorías. Hace cuatro años estuve con Jorge Vallejo, el director general, de segundo entrenador en el Juvenil A, y me ofreció la oportunidad de compartir la coordinación de los benjamines. Y como él estaba muy atareado, lo llevé yo solo. Y al año siguiente, me quedé como coordinador de benjamines solo, donde estuve otra temporada; el año pasado compartí con Raúl León la coordinación de la etapa de iniciación, que incluye chupetines, prebenjamines, benjamines y alevines, y este año me quedé solo como coordinador de la etapa de iniciación.

¿Y qué tal la experiencia después de tantos años?

Muy buena. Ha ido a más notablemente. Se nota mucho la evolución. Antes era un club de barrio normalito y corriente. Y hoy, desde que se fundó la Escuela, ha dado un giro muy importante. Ahora se ha convertido en mucho más que un club de barrio.

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Álvaro lleva 17 años en la EDM.

¿Prefieres entrenar a los pequeños o a los mayores?

He pasado por  todas las categorías, desde alevín hasta juvenil. Y me quedo con cadetes y juveniles a la hora de competir y lo que es el fútbol en realidad. Pero los pequeños te dan otras cosas. Son más agradecidos, al poco tiempo ves que aprenden, aunque competitivamente ofrecen menos que las categorías altas.

¿Qué otras gratificaciones produce entrenar a niños de 5 a 8 años?

Que un día les enseñas a dar un pase o a hacer una jugada especial  y se van muy contentos. Además, a los alevines da gusto verles cómo lo aprenden todo tan rápido. Algunos días entrenan de una manera que ya quisieran los cadetes o juveniles, sobre todo con unas ganas terribles. Vienen a entrenar como locos, traen a los padres asfixiados.

¿Cómo se mide la evolución de niños tan pequeños?

Hay algunos que en un solo año evolucionan un montón. Lo vas viendo día a día. Pero como nosotros llevamos un control, cuando lo contrastas entre octubre y abril, se nota que el niño ha progresado.

¿En qué parámetros?

En la parte táctica, en cómo se sitúan en el campo, qué movimientos hacen. Estos chicos aprenden muy rápido. A veces te das cuentas en un partido de que hay algo que no hacen bien y cuando intentas entrenarlo para corregirlo, en una semana suelen aprenderlo. Absorben muy rápido lo que les pides.

¿A un chupetín se le puede enseñar algo?

Futbolísticamente es difícil, aunque hay algunos que con cinco años tienen un talento especial. Ves que da pases o conduce el balón de una manera especial, ves que va a tener talento. Aquí hemos tenido uno que empezó en chupetínes y en prebenjamín de primer año se lo llevó el Madrid. Su condición física le ayudaba, pues era alto, pero cogía la pelota y volvía locos a todos.

Pero si a esas edades es difícil hasta que atiendan.

Sí, la clave es hacer mucha actividad. Con los chupetines hay que estar en movimiento constantemente. Si les tienes más de cinco minutos sentados explicándoles, ya no atienden. Ni chupetines ni prebenjamines. Lo que tienen que hacer es moverse y jugar, ponerles tareas fáciles, un dos contra dos, que se la pasen entre tres o cuatro en un rondito, tareas muy sencillas y que se muevan. Que no estén parados, porque a ellos lo que les gusta es jugar. Lo suyo es que se divierta y jueguen.

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Villalba gestiona nada menos que 17 equipos.

¿Es más difícil entrenar a los pequeños que a los mayores?

Creo que sí. Hay que tener muchísima paciencia y hay que saber manejar a los niños. Hay días que vienen más revoltosos o no vienen con el día bueno y te toca aguantarles más. En cambio, a un juvenil, si no viene con el día bueno, pues le mandas a casa y se acabó la historia. No tienes que tener tanta paciencia. Esa es la principal diferencia.

¿Cómo es la relación con los padres?

Es lo más complicado de todo, porque, aunque hay de todo, y por suerte hay más gente comprensiva que no se mete donde no debe, los poquitos que se meten hacen mucho ruido. Siempre digo que los profesionales tienen a la prensa algunas veces como obstáculo, y nosotros tenemos a los padres.

¿De qué se quejan normalmente?

El que se queja, que es un porcentaje mínimo, pero que se le oye, suele  quejarse de que su hijo no juega en el sitio que él cree correcto, de qué el otro equipo tiene dos entrenadores y nosotros solo uno,  de por qué el entrenador no ha llevado esta semana las botellas de agua. Están esperando cualquier cosa que no les gusta para quejarse.

¿Ya no se quejan de que su hijo no juega lo suficiente?

Cada vez menos, porque nosotros llevamos un control muy férreo de minutos jugados, que nos permite ver si un chico lleva menos minutos jugados de los que le corresponden. Si es así, primero buscamos el porqué y luego, si no hay ninguna razón de peso, se ordena que juegue más. Por minutos de juego no suelen quejarse, porque no tienen motivos. Aquí obligamos a que todos jueguen más o menos lo mismo, o por lo menos, un mínimo de minutos por temporada.

¿Los pequeños que empiezan a jugar a estas edades tan tempranas, empiezan porque les gusta a ellos o porque les gusta a los padres?

El problema de algunos niños, que es un problema más de los padres, es que el fútbol le gusta más al padre que al hijo. También se produce que hay padres que en ese espacio de tiempo no tiene dónde dejar al niño, y lo traen a jugar al fútbol. Por un lado está bien, para probar. Pero si ves que a tu hijo no le gusta, no insistas, porque para él no es bueno, porque aburre y, a demás, no ayuda al grupo. Si hay un niño o dos a los que no les interesa el fútbol, afecta al grupo y a los entrenadores. Distrae a todos y no es nada bueno.

En estas edades también juegan chicas, ¿cómo afecta esto?

Últimamente tenemos menos, porque antes teníamos equipos femeninos en sénior, sub 16 o sub 13. Antes teníamos cinco o seis chicas en la etapa de iniciación, pero ahora solo tenemos un par de ellas. Pero, la verdad, es que no alteran en nada ni los entrenamientos ni los partidos.  La única anomalía era el tema del vestuario, pero como vienen cambiadas de casa y no se duchan aquí, pues no hay problema. Son uno más.

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Asegura que los pequeños entrenan con mucha intensidad.

¿Y en el trato existe alguna diferencia?

No, se les trata igual que a los niños. Hoy en día se ha creado cierta diferenciación entre niños y niñas, alumnos y alumnas, incluso un ministro llegó a decir miembros y miembras. Se ha llegado a un extremo  que es absurdo. Si tratas con naturalidad a todos, no tiene por qué haber ninguna distinción en el trato.

¿Aprenden a jugar al fútbol igual de rápido que los niños?

Sí, como los niños. Hay algunas más inteligentes que aprenden más rápido, igual que en los niños.

¿Hay alguna diferencia física entre unos y otras?

No. Hay niñas corpulentas y bien desarrolladas que ante niños más pequeños de su misma edad, pero con condición física menor, puede estar por delante sin problemas.

¿En estas edades preocupa algo la preparación física?

No, en absoluto. No tiene sentido, porque el niño, desde que sale de su casa hasta que vuelve, no para de correr. Los niños en estas edades no necesitan ninguna preparación física especial, porque la van a coger en los entrenamientos, pues no paran de correr. Y la intensidad que ponen, más quisieran ponerla muchas veces los cadetes o juveniles.

¿Pero empezar a jugar a los cinco años no es un poco pronto?

En mi opinión, sí. Incluso prebenjamines me parece temprano. Pero hay niños que ya en esas edades tiene cosas que decir. Pero hay que dejar claro que no es malo que jueguen, por supuesto que no. La historia ha cambiado mucho. Yo, hasta lo diez años, no empecé a jugar en un equipo. Antes se empezaba a jugar en el colegio o en la calle. Pero ahora ya no se juega en la calle, y en algunos colegios, tampoco. También han ayudado mucho los campos de hierba artificial. Ya no hay jugadores de la calle como antes. Hoy o vienen a una escuela como esta o lo  hacen en el cole. Y digo esto aunque me perjudique en lo profesional.

¿La imagen de los pequeños corriendo todos detrás del balón es inevitable?

Es muy difícil impedirlo. Incluso pasa en alevines, al principio. En los más pequeños es muy difícil de evitar.  En los grupos más avanzados, a lo largo del año, a lo mejor se puede evitar. Puede que llegues a ver que están mejor colocados, que el que es defensa se queda en su zona y no se va  a la delantera, y cosas así. Eso pasa en los equipos con nivel más avanzado. En prebenjamín de segundo año puedes ver al final del año que ya están mejor colocados. Aquí se trabaja bastante bien ese concepto.

¿La filosofía de toque que se enseña en la EDM influye en algo en la etapa de iniciación?

Sí, por una razón básica: un niño de esta edad no tiene fuerza para dar un pase largo. Como no le queda otra que combinar, el entrenador tiene que hacerles ver que para llegar a la portería contraria no les queda más remedio que pasarla. Salvo el que es muy habilidoso y regatea a dos o tres desde su portería, con una conducción o una pared, lo normal es que se intente llegar desde atrás e intenten hacer gol tocando desde atrás.

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Empezó jugando en alevines y acabó en aficionados.

¿Qué debe saber, deportivamente hablando, un jugador cuando acaba la etapa de iniciación y pasa a la de desarrollo?

Sobre todo, cómo queremos jugar. En alevines han jugado por primera vez al fútbol once y lo primero es haberse amoldado; luego tienen que saber cómo queremos jugar. Y técnicamente, deben saber las nociones más básicas, aunque depende del grupo, pues unos están más desarrollados que otros. Hay ciertos aspectos técnicos que ya tienen que dominar. En infantiles se pueden ver chavales y equipos de gran calidad gracias a lo que han aprendido en la etapa de iniciación.

¿En las categorías de la etapa de iniciación las diferencias con los grandes clubes de la Comunidad son menores?

Sí, son menores, porque nuestros alevines o prebenjamines son capaces de ganar a equipos de primer año como el Rayo, Getafe, Madrid o Atlético. Sin embargo, nuestros Cadete A es muy difícil que ganen al cadete B del Madrid. En estas edades, las diferencias entre los jugadores son menores. Y, aun siendo de la misma edad, se puede competir al estar más igualado. Nuestros equipos A suelen ser competitivos, aunque depende de la hornada, igual que los otros equipos. En estas categorías, no suele haber goleadas escandalosas.

¿Qué porcentajes de niños que empiezan a estas edades tempranas llegan a juveniles?

Llevamos poco tiempo de escuela como para determinar ese porcentaje, porque de los juveniles que hay hoy en día, no han empezado en prebejamines en la Escuela.  A partir de cadete A, prácticamente conozco a todos los jugadores, porque han pasado por estos equipos. Ahora mismo, el grueso del equipo estaba ya en alevines. Ahora el trabajo de escuela evoluciona y van llegando. Salvo los que se van a otros equipos superiores porque los ha fichado, o alguno que deja el fútbol por distintas causas, el grueso del grupo llega a juveniles. De los veinte que componen las plantillas, catorce pueden llegar desde los equipos inferiores de la Escuela.

Ese dato es muy bueno, demuestra que se están haciendo bien las cosas.

Sí. Me acuerdo de que cuando jugaba, cada año éramos menos de lo que empezábamos. A cadetes no llegamos ni la mitad de los que empezamos, y en juveniles, menos todavía, solo tres o cuatros habíamos jugado en prebenjamines. Aquí la filosofía de grupo se cuida.

¿La EDM hace algo que no hagan otras escuelas?

Sí, hacemos bastantes cosas que no hacen otras. Por ejemplo, mantenemos los grupos homogéneos el mayor tiempo posible, para que lleguen juntos lo más posible. Además,  el método de entrenamiento es fundamental. El que usamos aquí se ve en muy pocos sitios. Lo sabemos de buena fuente,  de grupos o escuelas de referencia que tienen sus primeros equipos en Primera o Segunda División, y nos comentan que ni locos hacen lo que hacemos aquí. El método de trabajo y entrenamiento es lo más importante en esta Escuela a destacar en comparación con otras de gran nivel.

¿Se trabaja algo en estas edades del respeto que deben tener a los árbitros?

No hacemos especial hincapié en este tema, pero se atiende según el día a día. Si vemos que un jugador o un equipo se vuelve muy protestón con el árbitro, se le llama la atención. Es algo que se debe ir diciendo sobre la marcha. Los pequeños no suelen protestar, solo si les han dado una patada y no pitan falta. Lo malo viene de fuera. Si ve que sus padres no paran de quejarse, va a repetir lo que escuche de la grada. Es más, diría que hay que educar más a los padres que a los niños.

¿Qué les dirías a los padres en este asunto?

Que respeten a los árbitros. Siempre les digo a los jugadores que el árbitro es como el tiempo. Si nos toca un árbitro no muy bueno, es como si lloviera. Y cuando llueve, no puedes hacer nada por impedirlo, juegas como sea. Pues con los árbitros igual. Si nos toca un buen árbitro es como si te toca jugar un día soleado. Y a los padres les diría lo mismo. Que el árbitro siempre intenta hacerlo lo mejor posible, porque a esas edades no tienen preferencia por ningún equipo, pues a la mayoría ni les conocen. Y que no favorece en nada a sus hijos esas protestas. Tenemos que ver antes qué hemos hecho mal que echarle el muerto a otro.

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Asegura que no hay diferencias entre los niños y las niñas futbolistas.

¿En estas edades hay padres que gritan a los hijos?

Hay padres que sí están muy encima y, a veces, se pasan un poquito. No se dan cuenta de que esa actitud no le ayuda en nada a su hijo. La mayoría de las veces que ocurre esto, le está diciendo todo lo contrario que el entrenador le pide. Entonces, llega un momento en el que el niño no sabe si ir para la derecha o para la izquierda. Y no le hace ningún favor. En alguna ocasión hemos intentado hablarlo, pero hay cosas que, frente a los elementos, no se pueden cambiar.

¿Qué funciones tienes como coordinador de la etapa de iniciación?

La principal en consensuar con los entrenadores las plantillas cada inicio de temporada. Nos ponemos de acuerdo en qué equipo tiene que estar cada chico, para tener una opinión entre todos evaluada y justificada, con el objetivo de equivocarnos lo menos posible. Luego, tengo que estar pendiente del trabajo de los entrenadores, para ver si realizan las tareas que se les encomiendan. Tengo que estar pendiente de que a nadie le falte de nada. Si hay alguna incidencia, intentar solucionarla lo antes posible, no dejarlo pasar. Estar en contacto con el director deportivo, el director general o la directiva, según el asunto que sea, y ser el nexo entre las familias y el entrenador, para que no le agobien.

¿Te planteas en el futuro vivir de entrenar?

En estos momentos solo trabajo en la Escuela, aunque no me planteo vivir de entrenar. Soy joven, pero con el paso del tiempo lo que te marca es el día a día. Si algún día llega algo interesante, pues bienvenido sea. Pero aquí estoy muy a gusto, porque cada año progresamos la escuela y yo. En lo personal,  cada año crezco y adquiero más responsabilidades. Me gustaría vivir de esto. Con un poquito más de dinero que ganara me valdría, y no tendría ningún inconveniente en vivir de esto.